Junto a su hermano, es uno de lLOGO1os titulares de la firma que desde Rafaela logró fabricar válvulas originales y de reposición con una enorme presencia mundial. Sus productos equipan a marcas como Ferrari o Harley Davidson, y tienen como clientes a las grandes terminales automotrices a escala global. En esta breve entrevista, un repaso por los cincuenta años de historia de la empresa.

 

¿Cuál es su cargo en la empresa y cuál es la historia de la firma?

Juan Carlos Basso: “Soy uno de los titulares. Mi hermano, José Luis, y yo somos los conductores del grupo. La nuestra es una empresa que nació en Rafaela, hace 50 años, en 1963. Fue fundada por tres socios, mi padre y dos socios más. Eran Basso, Beninca y Bottero. De ahí viene el nombre de las “Válvulas de las 3B” con que se nos conocía en la primera época. En el ’68 se convierte la firma en Sociedad Anónima. Nosotros fuimos comprando la parte hasta que en el año ‘85, nos convertimos en unifamiliar y pasamos a ser Basso SA. Al revés que otros, no nacimos como empresa familiar, sino que nos convertimos en eso con el paso del tiempo. Respecto a la historia de la firma, es muy larga y tiene muchas anécdotas interesantes, pero yo siempre digo que nosotros en los comienzos queríamos recuperar válvulas para la rectificación de motores, esa era la idea al principio. Pero la gente no quería poner válvulas recuperadas y empezamos a fabricar para el mercado del original. Esto marca, de algún modo, que Basso nace como empresa con una visión de que tiene que ir adaptándose a los que necesita el mercado.”

¿Cuánto fabrican y en qué mercados venden?

Juan Carlos Basso: “Hoy estamos fabricando 18 millones de válvulas anuales, aunque en algún momento llegamos a fabricar 22 millones. Sin embargo, no hemos perdido facturación, sino que la hemos mantenido. Lo que sucede es que hoy tenemos mayor valor agregado de nuestros productos, desde 2007 hemos iniciado un programa en este sentido. Lo que antes vendíamos a marcas más tradicionales como Ford, ahora se lo vendemos a Ferrari o Harley Davidson, entre otros. Tenemos gente que vende nuestros productos en Estados Unidos, Brasil y México. También vendemos en Alemania, Japón, Australia, entre otros países. El mercado argentino es el 11% de lo que hacemos, el mercado regional y los países del continente, el 2%. El resto, se vende a escala global.”

¿Dónde está ubicada la fábrica?

Juan Carlos Basso: “Una planta, la más grande, es Basso S.A. y está en Rafaela, en el mismo lugar en el que estamos desde 1974. Cuando ya veníamos creciendo como empresa, nos mudamos a un predio industrial más grande, que es el que ocupamos actualmente. Tiene más de veinte mil metros cuadrados. También tenemos las dos plantas de Motor Parts S.A. en Lehmann, a pocos kilómetros, dedicadas casi exclusivamente a la fabricación de válvulas para motores de competición y alta performance, que tienen otros diez mil metros más. En total, tenemos acá unos mil empleados. Ahora estamos planificando como empresa una reingeniería, que le llamamos Plan 2020, que nos permita posicionar a la fábrica para los próximos años. Acá lo que debemos tener en cuenta es que nosotros competimos con jugadores como la India, por ejemplo. Y también, para nuestro funcionamiento, no incide solamente la competitividad o el tipo de cambio, sino que también hay factores como la situación económica mundial, la cantidad de motores que en el mercado internacional se venden al año, entre otros.”

¿Hubo en todo este tiempo muchas decisiones buenas que les han permitido estar adonde están, recuerda alguna en particular?

Juan Carlos Basso: “Bueno, ha habido muchas seguramente. Creo que fuimos transitando etapas de crecimiento que fueron casi de a diez años cada una. Pero una decisión empresarial importante fue en 1982, cuando podríamos decir que la Guerra de Malvinas a nosotros nos dio una oportunidad. Porque cuando nacimos nosotros, había 7 fábricas en el país. La Thomspon Ranco, de Estados Unidos, era una de esas. Que en el ‘82 se va del país. Estaba en Córdoba, enfrente de la FIAT, le vendía a Dodge y Ford. Y la decidimos comprar nosotros, traer toda esa maquinaria a nuestra fábrica. Eso además nos permitió ser proveedores de empresas norteamericanas y tener una presencia aún más fuerte en el mercado de exportación, en el que ya estábamos desde el ‘71. Otra decisión clave fue en 1995, cuando vimos que la convertibilidad tenía un límite, ayudamos a que se internacionalice una política de Estado. En ese momento empezamos a exportar a equipos originales de Europa, Si!! Logramos que se exporten equipos originales. Era una medida que obligó a las terminales automotrices a mantener un equilibrio entre lo que exportaban e importaban. Y en 2002, profundizando esa política de expansión y presencia en mercados mundiales, compramos la fábrica de válvulas Manley, en Estados Unidos.”

Recién nombró una política oficial por la cual ustedes lucharon en la década del ’90, para regular las importaciones. ¿Cómo considera, en este sentido, la decisión de que haya en el país promoción de las exportaciones buscando un equilibrio con lo que se importa?

Juan Carlos Basso: “Espero que más allá de quien esté gobernando, esa idea siempre persista. Porque una importación sin equilibrio alguno, puede matarte, te destruye la industria. La intervención del Estado, si permite generar puestos de trabajo, hace bien. Yo siempre digo que soy ideológicamente industrial, que si tenemos una política de desarrollo industrial, como país vamos a estar bien, sea quien sea que la haga.”

 

¿Algún sueño o deseo?

 

Juan Carlos Basso: “A mí me gustaría que se fabrique el motor íntegramente en la Argentina. Hay leyes de autopartes, en algunas participé, otras las redactamos, pero no se hace. Hay que fabricar el motor íntegramente en la Argentina. Ojo, lo aclaro, no lo quiero fabricar yo, sino que entre todos lo fabriquemos.”

Obviamente, desde su fundación en adelante, la empresa sorteó las dificultades que la Argentina le acercaba día a día.

Juan Carlos Basso: “¿Problemas? Tuvimos todos los problemas posibles, siempre necesitamos un dólar que acompañe a la exportación, para que compense. A veces nos dieron el 12%de reintegro, ahora el 3%. No me quejo eh, porque conozco a la gente de la Unión Industrial, y quiero difundir que el trabajo argentino vale”

Algún mensaje final para sus colegas industriales…

Juan Carlos Basso: “Opino que no tenemos que esperar que las soluciones lleguen solas, que tenemos que comprometernos, trabajar todos los días para seguir mejorando, participar. Yo, por ejemplo, soy dirigente de FISFE y mi hermano José Luis es dirigente de la UIA. Y lo que siempre hemos pensado es que la industria, en esta parte del mundo, no nace sola. Necesitamos ayudarla, no subsidiarla, pero sí impulsarla. En cada localidad en la que hay una industria, hay trabajo, hay mejora en la calidad de vida. En nuestro caso, estamos en Rafaela, tenemos unas mil personas en la fábrica, generamos trabajo, agregando valor. Nosotros importamos insumos por 3 mil dólares la tonelada y los vendemos elaborados a 26 mil. Eso es mano de obra argentina, que tenemos que defender.”

Yoana Flamenco, Micaela Boetti, Gianfranco Ruiz, Ariana Kinderknecht. 3ero Cs. Naturales.